martes, 5 de noviembre de 2013

Un día extraño

          Sofía no entiende como funciona eso de no poder levantarse de la cama sin impedimento físico, solo por no poder enfrentarse ese día al mundo. Así que decide llamar al trabajo y decir que no se encuentra bien, que el mundo se balancea muy deprisa a su alrededor. "No te preocupes, llevas a mil varias semanas y eso se acaba pagando. Cógete un par de días y descansa, y vete al médico por si acaso." Esa es la respuesta de su jefa. Decide darse de margen otro par de horas y llama al ambulatorio para pedir hora y así obligarse de alguna manera a levantarse, pero le asaltan las lágrimas solo de pensar en salir de su cama, su querido refugio. Menos mal que ese martes iba a ser tranquilo, sin reuniones ni entrevistas concertadas, solo hay que hacer tarea de investigación, la puede hacer desde la cama, si consigue acercar el portátil y la batería. Hoy no va a haber tiempo para clases, ni gimnasios ni nada, solo una lucha contra las lágrimas que intentan salir a pesar de los esfuerzos por ponerse la coraza. Hoy no va a poder contraatacar con una sonrisa, ni contestar con la dosis justa de desinterés a quien la agobia en el trabajo, ni intentar solucionar el mundo con su capa de "superwoman", hoy toca descansar, desenchufar, desconectar y solo ser ella, sin pensar en nadie más.

          Ya pasó hora y media, hay que correr para llegar al médico y no hay tiempo para pararse a pensar en qué ponerse, los vaqueros y algo más, y encima la gabardina por si las moscas.

          Vuelve a casa 40 minutos después de salir de casa, la consulta fue rápida, el médico tiene claro lo que le pasa: si no baja el ritmo, parece que hay signos de futura depresión. Se asusta, no es algo intangible para ella, tiene ejemplos cerca y es una enfermedad de fuertes y de débiles, de todos, y no quiere contarse entre sus militantes, algo va a tener que cambiar pronto porque no puede permitirse llegar a ese extremo.

1 comentario: